martes, 12 de abril de 2011

Exposición de clase.

MAYORES EN EL OCIO Y TIEMPO LIBRE.

En esta exposición, volvimos al colectivo de personas mayores, esta vez para profundizar en su ocio y tiempo libre, y ver en qué invierten estas personas su tiempo.

Para empezar, decir que me llamó mucho la atención que este colectivo volviese a salir en las exposiciones, y haciendo un análisis crítico he llegado a dos conclusiones: en primer lugar, que este hecho se debe a la necesidad de profundizar en un colectivo que cada día tiene más fuerza dentro de nuestro campo profesional y es susceptible de verse necesitado de ayuda por parte de los profesionales (y con esto me refiero a que el gobierno sí que presta las subvenciones/ayudas/recursos necesarios para que nosotros trabajemos con las personas mayores, y por ello tenemos más posibilidades de hacer cosas con este colectivo, no como con otras personas, quizás incluso más necesitadas, pero con las que nuestra actuación está limitada por los recursos que tenemos); en segundo lugar, hay otra conclusión: volvemos a estar al servicio de lo que nos mandan, y el hecho de que ningún grupo vaya a realizar por ejemplo exposición sobre las personas sin hogar, me llama mucho la atención por diversos motivos.

Centrándonos en el ocio y tiempo libre de las personas mayores, tengo que decir que la exposición que mis compañeras hicieron de este tema me decepcionó mucho. Ya al principio, me “chocó” que definieran el envejecimiento como un proceso “desfavorable”, y a las personas mayores como ancianas o viejas; será cosa de la costumbre, o que ya nos han metido en la cabeza a presión que cuidar el lenguaje es algo muy importante, pero no creo que referirse al colectivo de esa forma bajo la excusa de que “queremos mostrar lo que la sociedad piensa” sea correcto; precisamente si nos dedicáramos a eso, no tendríamos siquiera esta asignatura, porque la sociedad no piensa en estas personas.

En definitiva: observé muchas incongruencias y una forma muy negativa de enfrentarse al tema; ellas no estaban tratando la marginación de las personas mayores, solo su ocio y tiempo libre, y de eso, no apareció nada en la exposición. Por supuesto, me ahorraré el comentar acerca de lo que me parece que pongan un vídeo de navidad con frases que supuestamente han escrito las personas de la residencia (que casualmente según ellas, el 70% tiene algún tipo de demencia), o que las dinámicas tuvieran tan poco sentido, o que no se dedicara mi una palabra a hablar del ocio y tiempo libre...

En vista de todos estos impedimentos para realizar una buena reflexión, he tenido que hacer yo su trabajo e informarme sobre qué diferencias existen entre las residencias públicas y privadas en cuanto a la gestión y obtención de recursos (que marcarán fuertemente el tipo de intervención).

La primera diferencia que he encontrado entre las residencias públicas y privadas es que si bien los directivos de ambos centros orientan su actuación en función del residente-cliente, la percepción del mismo difiere en función de ello y se les otorga un mayor o menor protagonismo. “En el sector público se trata de mantener al máximo la “autonomía” de los mayores, lo que tiene un doble efecto. Por una parte, la persona mayor se siente mejor y más útil, y por otro, su demanda hacia el personal también tiende a disminuir. Si bien la normativa a nivel público es mayor, la expresión de las emociones está más permitida, lo que también da salida a los sentimientos de violencia que albergan las personas mayores, tanto la negación de su envejecimiento, como el resentimiento por el abandono o la ausencia de vínculos familiares, como la exasperación por la pérdida de intimidad que supone el tener que compartir una habitación.

En cuanto al personal, en la privada prima una actitud paternalista, y en la pública se prefiere el trabajo en equipo y una creciente profesionalización. El vínculo con la familia también es distinto, si bien en ambos centros suele ser la familia la que propone el ingreso: en la privada, la familia delega los cuidados y exige en función de su inversión económica; en la pública, en cambio, a mayor deterioro económico, mayores posibilidades de ser aceptados en los centros y también mayor ausencia y desprotección familiar.

De modo específico en los centros públicos, observamos que, al igual que en los privados, existen grandes diferencias generadas en gran parte por la antigüedad y el tamaño, la formación del equipo profesional, el origen profesional del directivo, y el grado de deterioro de los residente (en las residencias públicas se prioriza la entrada de personas con altos niveles de dependencia, mientras que en las residencias privadas la entrada se realiza en función de si el cliente puede o no costearse dicha estancia). El peso y la presencia de la familia aparecen más desdibujados en los centros públicos que en los centros privados”. (Kaufmann, A y Frías, R.)

Estas son, de manera muy esquemática y resumida las principales diferencias entre las residencias públicas y privadas, y creo que es obvio, según lo visto, que las residencias públicas tiendan más a invertir el dinero de sus subvenciones en los propios pacientes, que como hemos dicho antes, tienden a presentar grandes niveles de dependencia; por el contrario, las residencias privadas, al tener que costeárselas el usuario (lo que implica un nivel de vida alto y unas expectativas y exigencias de dicha estancia), se invertirá más en el fomento del ocio y tiempo libre, pues tienen el capital necesario para costearse los recursos necesarios para estas actividades y a la vez atender a los posibles casos de dependencia.

Por último, me gustaría aportar un dato curioso: de las 2.700 residencias geriátricas que existen en España, sólo 700 tienen carácter público, lo que en términos de asistencia significa que existen todavía unos 27.000 jubilados en lista de espera. Ni siquiera los Centros Concertados han podido absorber este excedente de jubilados y solucionar un problema que se agrava con el tiempo: el de las personas que, sin posibilidad de acceder a una residencia pública, no pueden tampoco permitirse el lujo de una privada.

Creo que el problema no está en el tipo de residencia, ni en que los mayores opten por la “vida de hotel” que se les proporciona en las residencias privadas, pues si la persona dispone de los medios necesarios, me parece perfectamente normal que opte por esa opción; sin embargo ¿qué pasa con las personas que necesitan de los cuidados de otros y no pueden acceder a las residencias por estar éstas saturadas y sin personal? Ahí la cosa cambia, y lo primero, es defender el derecho de una persona mayor a vivir dignamente y con los cuidados necesarios el resto de su vida, cuando eso esté logrado, podremos hablar de mejorar el ocio y tiempo libre que ahora mismo y tal y como están las cosas a nuestro alrededor, para mí, la verdad que es algo secundario, pues hay mucha gente con muy buenas ideas, pero pocos recursos para todo y necesitamos priorizar.


REFERENCIAS:

Kaufmann, A y Frías, R.: Residencias: lo público y lo privado. Centro de Investigaciones Sociológicas. Universidad de Alcalá de Henares.

1 comentario:

  1. Te noto muy crítica. Pero respeto tus opiniones. Creo que las compañeras plantearon su exposición desde una perspectiva poco acertada teniendo en cuenta el auditorio a la que iba destinada. De todas formas creo que hicieron un esfuerzo estimable y que el "desenfoque" de su trabajo no debe ser considerado por nosotros como ausencia de trabajo (que creo que fue al menos el mismo que a otros grupos les ha llevado hacer sus exposiciones). Me parece bien tu labor de documentación y te agradezco las aportaciones. Por otro lado fui yo quien descartó al colectivo de personas sin hogar como elegible para no saturar a las instituciones que se dedican al mismo (el año pasado sí lo vimos). Muy buena entrada. Jose

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