miércoles, 29 de diciembre de 2010

- La socialización -


Clase de intervención 16/12/2010.

En la clase del pasado día 16 de Diciembre (última de este año 2010), estuvimos hablando de la socialización, concretamente de la familia y los roles socializadores.

De esta forma, entendemos por rol las conductas “tipificadas”, es decir, los papeles que están definidos socialmente e interpretados por los individuos”.

En clase, la profesora (ya que esta clase fue conjunta y no estuvimos con José sino con la profesora del otro grupo) puso como ejemplo el de un niño que se ha “socializado” en el maltrato, siendo el rol que aprende e interioriza el del maltratador, a no ser que se de cuenta de que ese rol “está mal” y adopte el contrario (aquí entra el ambiente, la cultura, la educación, los trabajadores y educadores sociales, etc.).

Sinceramente, no me gustó demasiado este ejemplo; es un poco desalentador, la profesora nos dio a entender que un niño pequeño, pocas veces es capaz de darse cuenta de que la conducta de su padre como maltratador “está mal” y en la mayoría de las ocasiones, es inevitable que ese rol se traspase de padre a hijo.

Pensando en todo esto y en el “hecho inevitable de que un niño maltratado sea un futuro maltratador” me vino a la cabeza una palabra: resiliencia.

En más de una ocasión hemos visto lo que esta palabra significa, algo así como las posibilidades que tienen los niños de desarrollar conductas y hábitos que no sean los que han visto y aprendido en su familia o su contexto durante toda su vida. Para mí, ese es el “rayito de esperanza” por el que puedo decir que merece la pena hacer proyectos de intervención, inventarse talleres y más talleres que trabajen las habilidades sociales, los modales, la higiene y multitud de cosas más, y merece la pena porque estos niños, tienen resiliencia; son capaces de desarrollar esas actitudes y esos hábitos, que les permitan salir de su barrio, de su situación de exclusión y poder ser unas personas totalmente desarrolladas y adaptadas a la sociedad.

Como dijimos también en clase “cuantas más cosas malas aprendamos, más difícil es desaprenderlas”, y nosotros como futuros profesionales tenemos que aprender a jugar con esas cartas; en lugar de intentar rectificar conductas que ya están interiorizadas por los menores, debemos centrarnos en que los niños aprendan cosas nuevas, que vean nuevos roles que pueden adquirir, nuevas formas de comportarse y convivir con los demás, ya que nunca debemos olvidar que “es más fácil aprender cosas nuevas que rectificar las ya aprendidas”.

jueves, 9 de diciembre de 2010

...No me canso, no me rindo no me doy por vencido...

Clase de intervención 2/12/2010

Si estás solo, estás fuera. Esa es una de las conclusiones que saqué de la última clase del día 2, cuando veíamos las diferentes teorías de la inadaptación social. Un ejemplo muy claro fue el que José puso al hablar de la teoría funcionalista, cuando aseguró que hace unos años, el hecho de estar en paro, era un motivo de inadaptación y que sin embargo ahora era lo “normal”.

Esta claro que en esta sociedad lo individual da miedo, está mal visto ser “diferente” al resto de la masa y si lo eres, eres considerado un “bicho raro”. En el tema de la exclusión social es cierto que en muchas ocasiones el comportamiento de los “excluidos” y sus normas y costumbres no son buenas ni para ellos mismos pero llega un momento en el que tienes que decidir donde pones la línea, qué cosas consideras que están bien y cuales no, y es ahí donde la sociedad planta sus reglas y todo lo diferente, lo hace malo, desde la cosa más clara, hasta la más difícil de catalogar como tal ya que entre en juego la individualidad de cada uno.

Ahora bien, que sepamos que situaciones provocan exclusión social y que conductas son peligrosas es un arma de doble filo; que desde nuestra posición de educadores y trabajadores sociales queramos intervenir con un colectivo por estar en situación de vulnerabilidad o exclusión social puede ser positivo o contraproducente para dichas personas.

Por un lado es bueno, claro está, porque intentamos darle a la persona las oportunidades y los medios para que sea él el que decida cambiar su vida (hace tiempo que me enseñaron que por mucho que quiera es la persona la que propicia su propio cambio, nosotros solo la acompañamos en el proceso); por otro lado, en el momento en el que señalamos a un colectivo con el dedo, lo estigmatizamos como bien dijimos en la clase, lo hacemos si cabe más vulnerable y excluido antes de intentar que mejore.

Un ejemplo que vimos en clase de esta estigmatización fue el caso de los exreclusos, personas que por haber cometido un delito “x” en su vida están excluidos casi de por vida. Si existiera esa “rehabilitación perfecta” de la que hablábamos en clase y se tuvieran garantías 100% fiables de que esa persona ha cambiado, quizás las posibilidades de promoción y de aceptación social se verían aumentadas, pero aún en el hipotético caso de que diéramos con esa utopía y halláramos el remedio perfecto para la completa rehabilitación, ésta seguiría sin ser auténticamente cierta ya que como siempre hemos dicho, nosotros no somos científicos, no damos con la verdad absoluta nunca, pues trabajamos con personas y siempre queda en ellas la última decisión y la última palabra para decidir sobre su vida.

Una vez asumido que nunca podremos intervenir de la forma perfecta y que no somos salvadores que transforman a las personas de raíz, solo nos queda asumir que nuestro trabajo consiste en poner parches; parches grandes, parches chicos, parches de colores e incluso superpuestos unos con otros, pero nunca dejan de ser eso, parches, remedios más o menos eficaces a los males (que muchas veces sin merecerlo) las personas encuentran en su camino y no saben cómo enmendar.

Esta clase, ha supuesto un choque para mí contra la realidad; ya sabía que la intervención perfecta era muy difícil de plantear, casi utópica, pero siempre pensé que con ganas y optimismo cualquier cosa se podría lograr. Me olvidé de la persona, de que es ella la que decide y no caí en lo de los parches, en la falta de recursos y de tiempo de la que disponemos para cambiar años de malas conductas en pocos meses; me olvidé de que en este país todo lo que suene a ayudas sociales va ligado al “aparentar” salvar a la gente y como no, a ganar dinero.

Pese a todo, y sabiendo qué es lo que hay y que muchas veces estaré con las manos atadas, pienso coger todos los parches de los que disponga y sacarle partido a mi imaginación para confeccionar la mejor solución posible para aquellas personas que por alguna circunstancia no tienen los medios o no saben cómo reencauzar su vida. No pienso conformarme y acallar mi conciencia diciéndome todos los días “no puedo hacer nada”, para eso no me metí aquí.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Y LAS CAUSAS DEL PROBLEMA??

CLASE INTERVENCIÓN 25/11/2010

La clase de ayer, me resultó bastante interesante, aunque quizás demasiado intensa por estar dos horas viendo tanta teoría. A mí, personalmente, los temas que estamos tratando me parecen muy interesantes; entre otras cosas, estuvimos hablando de los factores de exclusión social y de todo ello, aprendí algo muy significativo; me di cuenta de que hasta ahora había estado algo equivocada en lo que supone abordar un problema.

Ante por ejemplo, un problema de absentismo escolar, yo pensaba que debido a las múltiples causas que pueden originar ese problema, yo tenía que decantarme por una, y desde ahí abordar el tema, sin embargo entendí y asimilé lo que José dijo de marcar fuertemente los objetivos de actuación y sobre todo la necesidad de realizar un diagnóstico completo, con todas las causas del problema. Es cierto que todo a la vez no se podrá hacer, pero no debemos centrarnos solo en una cosa, sino saber que ante el absentismo escolar hay “x” causas distintas, y una a una se van abordando, pero se abordan TODAS, hasta que la situación pase de ser una situación de exclusión social, a ser una situación de vulnerabilidad social y de ahí a la posibilidad de inclusión social.

Una de las cosas que más me llamó la atención y que me hicieron pararme a pensar fue: si tan sencillo es realizar este tipo de intervención “utópica” ¿por qué parece que los avances son casi inexistentes? ¿Por qué da la sensación de que por mucho que se haga las cosas siguen prácticamente igual?

Para mí, antes incluso que los errores en el diagnóstico que se puedan cometer por aquello de los objetivos que se proponen, el problema está en la falta de recursos, y ya no solo el los recursos materiales que existen, sino principalmente en la legislación vigente. Yo estoy haciendo actualmente un curso de formación de voluntarios en drogodependencias con la asociación POVEDA, y ellos mismos (la institución), se ven penalizados económicamente por la administración si el tratamiento con los drogodependientes supera los 6/8 meses, y muchas veces tienen que darle el alta terapéutica a gente que no está preparada para ello, o buscarle los tejemanejes pertinentes a la administración para conseguir alargar ese período de rehabilitación. ¿Y todo ello para qué? Para que en unas estadísticas a final de año la Junta de Andalucía saque un boletín asegurando que ha conseguido reinsertar y rehabilitar a no se cuantos mil drogodependientes en un año. Já! Que cara más dura.

Otra de las cosas que más me han llamado la atención de la clase de ayer, fue todo lo que vimos y hablamos acerca de los referentes y las teorías de la inadaptación. Si bien es cierto que algunos referentes y teorías me han parecido absurdos por el hecho de utilizar los castigos, la pena de muerte o decir que el destino es el que hace a una persona excluida o no, me han gustado sobre todo el referente interactivo y la teoría de la escuela crítica.

Haciendo un paréntesis no puedo dejar de comentar lo absurdo que me parece el referente aptitudinal y no doy crédito a que alguien de verdad haya propuesto ese referente como forma de explicar la exclusión, aunque supongo que en su momento sería aceptado por ser considerado “normal”.

Como ya he dicho antes, el referente interactivo me hizo pensar en este curso que estoy haciendo en POVEDA, donde nos han repetido muchísimas veces que es la persona la única responsable de lo que le ocurre, pero que nunca se puede obviar su contexto; que las drogas es cierto que afectan, cada una a su manera, pero que no es otro sino el individuo el que, con su libertad, decide si las toma o no, y no solo eso, sino que el entorno, el grupo, es algo fundamental en esta decisión; tanto la familia, como los amigos así como el mismo contexto donde el individuo se desenvuelve, son factores esenciales que “hacen” a una persona drogodependiente.

Como veis, todo lo relaciono mucho con este colectivo, quizás porque cada vez me está pareciendo un campo más interesante para mi desempeño profesional. La formación que estoy adquiriendo, me está ayudando para empatizar muchísimo, para relativizar problemas y ponerme en la piel del otro (últimamente del drogodependiente); aprender a ver cómo los trata la sociedad, qué opiniones se tienen y sobre todo cómo se ven ellos a sí mismos.

En un futuro, si estos siguen siendo mis intereses, creo que centraré mi atención en el ocio y tiempo libre de las personas drogodependientes, pues es aquí cuando se producen casi todas las recaídas, en el hecho de no saber en qué ocupar su tiempo libre fuera de la droga y el consumo. Paralelamente, yo misma me estoy dando cuenta de la cantidad de actividades culturales, deportivas y formativas que se ofrecen gratuitamente desde la administración o las entidades privadas para el empleo del tiempo libre, y yo me paro a pensar, que si yo las desconozco aún teniendo acceso a esa información si quisiera, ellos no creo que sepan ni que existen, principalmente por la falta de publicidad de todas esas actividades.

Yo empezaría por eso, por analizar los gustos de cada uno, las cosas que les motivan, enseñarles a buscar los recursos y que sepan qué pueden hacer con su tiempo libre, enseñarles sobre todo que existen otras formas de ocio alternativas y saludables y no solo dárselas a conocer, sino incluso acompañarles las primeras veces a que las realicen y se les quiten esos primeros temores que tienen.

Creo que esa es la laguna más significativa que tiene el sistema en drogodependencias particularmente y creo que entrar por ahí aumentaría el número de personas que consiguen rehabilitarse de forma satisfactoria.

Lo que está claro es que cada persona es un mundo y que es ella, en último lugar, la que decide qué hacer con su vida; tú solo podrás abrirle el abanico de posibilidades e informarle de todas sus opciones, incluso comenzar a guiarles en la toma de decisiones “saludables” pero sin olvidar que es ella, en ultima instancia la que decide si salvarse o no.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

CONFERENCIA I.

LOS MENORES Y EL ACOGIMIENTO FAMILIAR.

Esta primera conferencia, trató del acogimiento familiar como forma de integrar a un menor en una familia que no es la de sus padres biológicos debido a que por distintas causas, haya tenido que abandonarla.

Personalmente, creo que sería conveniente empezar esta reflexión y resumen del seminario por el concepto de infancia; una definición general de este concepto sería el “periodo que transcurre desde el nacimiento hasta la pubertad. Durante la infancia nos convertimos en miembros de la sociedad adulta y construimos nuestra inteligencia y todos nuestros conocimientos”.

Para Palacios (1999), la familia es el contexto más deseable de crianza y educación de niños y niñas y de adolescentes, ya que es quien mejor puede promover su desarrollo personal, social e intelectual, además, el que habitualmente puede protegerlos mejor de diversas situaciones de riesgo.

En la denominada sociedad de individuos en la que priman las relaciones de carácter instrumental, la familia constituye un islote, el último reducto en el que las relaciones primarias tienen carta de naturaleza. Si la familia es uno de los últimos reductos de lo expresivo en nuestra sociedad parece coherente pensar que se le conceda tanta más importancia a la familia, puesto que cumple esta función en exclusividad. (Camarero, Mercedes (2002).

Pero, ¿qué ocurre si una “familia” no presenta estas connotaciones? ¿Qué ocurre con los menores insertos en esa unidad familiar? ¿Cuál es la línea divisoria entre una familia “normalizada” y una familia “desestructurada"? Las opiniones pueden ser muy diversas y para tratar el tema de la manera más objetiva posible, me remito a la

Ley 1/1998 de 20 de abril, de los DERECHOS Y LA ATENCIÓN AL MENOR,
la cual considera como situaciones de desamparo:

• El abandono voluntario del menor por parte de su familia.
• Ausencia de escolarización habitual del menor.
• La existencia de malos tratos físicos o psíquicos o de abusos sexuales.
• La inducción a la mendicidad, delincuencia o prostitución.
• La drogadicción o el alcoholismo habitual del menor con el consentimiento o la tolerancia de los padres o guardadores.
• El trastorno mental grave de los padres o guardadores.
• Drogadicción habitual en las personas que integran la unidad familiar.
• La convivencia en un entorno socio-familiar que deteriore gravemente la integridad moral del menor o perjudique el desarrollo de su personalidad.

Una vez que se produce esta situación de desamparo, la tutela o la guarda de los menores pasa a ser competencia del organismo oficial en cuestión.

La tutela, supone la suspensión TEMPORAL del ejercicio de la patria potestad y es asumida por la Delegación para la Igualdad y Bienestar Social como consecuencia del desamparo de un menor. Por otro lado, la guarda administrativa la asume la Junta de Andalucía cuando quienes tienen potestad sobre el menor lo soliciten o cuando un juez lo acuerde.

Este último caso es el que más especialmente nos interesa pues una vez que la administración ejerza la guarda del menor, podrá contar con los siguientes recursos:
- Adopción
- Acogimiento residencial
- Acogimiento familiar

En el caso de que la administración utilice alguno de estos recursos, será el centro donde el menor resida quien EJERZA la guarda administrativa, aunque la última palabra la siga teniendo la Junta de Andalucía en este caso; los padres siguen ostentando la tutela salvo en los casos de desamparo.

Una vez aclarados estos términos, y sabiendo que existen otros recursos además del acogimiento familiar, explicaré este más detalladamente pues es el que más nos interesa en relación a la conferencia.

El acogimiento familiar se plantea como una solución a las circunstancias que tiene un menor u consiste en la integración del menor en una familia que no es la de sus padres biológicos. El acogimiento durará hasta que pueda reintegrarse en su familia de origen, o reinsertarse en su medio social una vez alcanzada su mayoría de edad, su emancipación, o bien hasta que pueda ser adoptado. Los acogedores podrán recibir una compensación económica y no se crean vínculos de parentesco entre ellos y el menor acogido.

Existen distintos tipos de acogimiento familiar como son:
- Acogimiento familiar simple, que tendrá carácter transitorio a la espera de la reinserción del menor en su familia de origen o de una medida de protección más estable.
- Acogimiento familiar permanente, que se constituirá cuando el retorno del menor a su familia de origen es poco probable, permaneciendo con los acogedores de manera estable hasta su independencia o hasta la adopción de otra medida más adecuada.
- Acogimiento pre-adoptivo, como paso previo a la adopción, mientras ésta se constituye o se valora la integración del menor y su nueva familia.

Cualquier persona mayor de edad que lo solicite en la Delegación Provincial de la Consejería para la Igualdad y el Bienestar Social y reúna las condiciones adecuadas puede ser acogedor del menor, incluyendo y priorizando a la familia extensa del menor (abuelos, tíos, etc.).

Básicamente estos fueron los temas que se trataron en esta primera conferencia de la asignatura; debo destacar que a la hora de buscar información y documentarme he encontrado muchísimos más recursos para los menores y de hecho este del acogimiento familiar es el que menos se da debido a la falta de familias acogedoras.

Una vez escuchada la conferencia y vistas las opciones creo que sin duda el acogimiento familiar es la mejor manera de sacar a un menor de su realidad sin que eso suponga para él una completa desubicación de su vida. Siempre es difícil, por supuesto, pero quizás entre eso y estar en un centro de menores, el acogimiento familiar sea la opción “menos mala”, pues el menor, además de seguir en cierto contacto con sus familia de origen, es capaz de ver otra realidad, otro tipo de familia, puede conocer otro mundo más allá del suyo que no es del todo bueno para su desarrollo personal.

La conferencia me gustó mucho, sobre todo el vídeo que nos pusieron en el que una familia acogedora daba testimonio de su experiencia y su punto de vista de este recurso. Quizás esta entrada resulte algo aburrida por la cantidad de teoría que he puesto, pero a mi me ha parecido interesante dar todos estos datos para comprender la realidad de los menores en su totalidad y sobre todo porque a la hora de documentarme me ha gustado mucho encontrar y conocer más en profundidad todos esos recursos existentes.

Por último, quiero matizar que no es que crea que los recursos aportados por la legislación sean más que suficientes y valoren por encima de todo las necesidades de los menores; por supuesto, también esto tiene sus fallos y otro día quizás me pare a analizar las incongruencias de la legislación vigente, aún así y aunque no nos guste, de momento es lo que tenemos.

viernes, 12 de noviembre de 2010

¿¿¿CÓMO???


La semana pasada me dirigía hacia mi colegio en Los Remedios, y cuando pasaba por la calle Virgen de Luján me encontré a una señora mayor, de origen rumano, en mitad de la calle discutiendo con el que supongo que era su hijo a voz en grito. La gente que pasaba por la calle se paraba a cotillear, muy pendiente de lo que sucedía, e incluso aquellos que iban en grupitos murmurando acerca de la situación.

La mujer y su hijo, como ya he dicho estaban discutiendo a voz en grito, hablando en rumano y gesticulando y haciendo aspavientos, creo que peleándose por un paquete de tabaco pues continuamente lo señalaban. Acto seguido la mujer se fue, cruzó la acera sin dejar de chillar y gritar cosas en su idioma, para mayor asombro aún de los transeúntes. Casualmente, tomó la dirección que yo estaba llevando y me adelantó sin dejar de chillarle ya no se a quién. Cual fue mi sorpresa cuando dicha señora se paró en la puerta de la Iglesia, escondió su carrito, se sentó y comenzó a pedir con una sonrisa en la cara y de forma muy agradable chapurreando el español.

La verdad es que me quedé muy sorprendida con todo esto, ya que el día anterior habíamos estado hablando en clase de la expulsión de los gitanos de origen rumano de Francia. No pude dejar de pensar, ¿si hubieran sido un grupo de ingleses, alemanes o incluso argentinos los que hubieran dado el espectáculo, la actitud de la gente que observaba hubiera sido la misma? ¿Se habrían puesto a murmuran con cara de asombro y malas pulgas, igual que lo hicieron con esta mujer y su hijo?

Personalmente creo que todos, incluida yo, hubiéramos reaccionado de forma diferente, incluso nos hubiera hecho hasta gracia, pero nadie hubiera pensado: hay que ver estos inmigrantes, solo vienen a dar problemas (que fue uno de los comentarios que escuché).

PREJUICIOS se llama a eso en mi país. Pero, ¿de donde salen? ¿De la socialización que hemos adquirido, donde todo aquel que tenga un color de piel más oscuro solo viene a darnos problemas? ¿O de las noticias? De esos informativos donde todo lo que sale de los rumanos, africanos, argelinos, etc. es referente a haber cometido algún tipo de delito. No recuerdo donde, leí que “de lo que no se habla, no existe” y ciertamente es así. Si nadie conoce a esas miles de personas que vienen buscando una oportunidad en la vida, si la televisión o los medios en general no nos cuentan que hay miles de personas intentando adaptarse a nuestras normas, a ir por la vía legal, buscando un futuro mejor al que tienen en su país, ¿Qué esperamos? La mayoría de la gente no se preocupa en contrastar opiniones; seguramente, si lo hiciéramos, caeríamos en la cuenta de que esas noticias se refieren solo a unos pocos, que la mayoría no son así. Si abriéramos un poco la mente e intentáramos comprender su forma de ver la vida, seguro que seríamos más tolerante, los acogeríamos mejor y su respuesta sería mas agradable, más confiada pensando que se les va a echar una mano, no sería de defensa y miedo a sentirse “excluidos socialmente” (con todas las connotaciones que este término lleva, como dije en mi anterior entrada).


¿Las causas del problema? Miles. ¿Las soluciones actuales? Solo vienen por acciones muy puntuales que no abarcan todas las causas. ¿Nuestro papel? Buscar la vía de la integración y la solución de los conflictos contando con ambas partes. El cómo aún tengo que meditarlo; si la clase de la semana pasada me sirvió para algo fue para darme cuenta de que esto de proponer soluciones no es tan fácil como yo pensaba.

lunes, 1 de noviembre de 2010

PELIGRO: LA COHESIÓN SOCIAL SE AGRIETA

Hace un par de semanas, estuvimos viendo en clase al artículo "Peligro: la cohesión social se agrieta", de El País.

Este artículo nos hablaba de la situación actual de pobreza y exclusión social que sufre nuestro país, recalcando el aumento de ambas actualmente debido a la crisis económica, y a la vez, diferenciando entre pobreza y exclusión social ya que muchas veces se tiende a confundirlas.

A la hora de reflexionar sobre el artículo, lo que más me ha llamado la atención ha sido esa diferencia que el artículo se esforzaba en remarcar entre pobreza y exclusión social. Una persona, puede encontrarse en una situación de pobreza importante, pero si conserva su red de relaciones en buen estado, no tiene porque verse excluído socialmente. Por otro lado, una persona cuya única vida, por ejemplo, sea el trabajar, tendrá mucho dinero pero no tendrá una red social cohesionada, con lo cual podremos decir que está aislada socialmente y en situación de exclusión.

A mi, personalmente esta situación me hace pensar ¿qué es mejor? ¿Ser pobre, o estar excluído socialmente? Creo que dar una respuesta a esto es muy difícil, ya que tendrias que analizar multitud de factores que inciden tanto en un campo como en otro. Si bien es cierto, una persona pobre pero no excluida, cuenta con una red de apoyo muy importante, que la puede ayudar o proporcionarle recursos; por otro lado, una persona que no está inmersa en la sociedad, ¿hasta que punto es feliz con su vida? Yo creo que todos necesitamos de la compañia, el respeto y la aprobación de los demás para sentirnos plenamente realizados y felices.

El problema sin lugar a dudas viene cuando te faltan estos dos factores, y eres pobre, y además estás excluído socialmente. Por desgracia en nuestra sociedad actual tenemos muchos de estos casos y la verdad es que pocas veces sabemos qué hacer con ellos. Un grupo de personas puede ayudarlos, intentar que se integren, pero hasta que la conciencia colectiva de la sociedad no reconozca que son personas y que tienen el mismo derecho que todos a una vida plena y digna, creo que no avanzaremos mucho.

Es más, los organismos que sí que podrían hacer algo, las instituciones y las delegaciones públicas que tienen autoridad y poder para cambiar las cosas, no mueven un dedo. Hasta que nuestro gobierno y nuestra sociedad no deje de lado la doble moral de decir una cosa y hacer otra, de prometer el cielo y la tierra y luego no dar nada, la situacion apenas mejorará y los que no ganarán nada y a los que nadie echará cuenta, serán los mismos de siempre, los que más necesitan y los que menos tienen.

Desde la perspectiva del trabajador y del educador social (o al menos desde la mía) es frustrante ver y saber que podrías hacer algo por esas personas, que tienes millones de ideas para hacer que su situación mejore, que sabes qué necesitan y cómo lo necesitan y solo puedes ver que tienes las manos atadas, porque tienes que amoldarte a unas leyes y a unas normas que te imponen aquellos que nunca en su vida han pisado la calle y que se dedican a dar órdenes desde una mesa sin saber qué es lo que necesita la gente, y lo peor, sin que verdaderamente les importe.

viernes, 22 de octubre de 2010

¡EMPEZAMOS EL CURSO!




Quizás os preguntareis, ¿a qué viene esa canción?
Llamadme idealista, utópica, loca, friki si quereis, pero es por esto por lo que yo estoy aquí, estudiando esta carrera, haciendo trabajitos, o aprendiendo la historia del case-work de Mary Richmond... Para tener una oportunidad ahí fuera, de hacer un mundo mejor.

Si, lo sé, me voy a dar de morros contra el suelo, pero si eso llega a pasar, me levantaré con más ganas aún de volver a intentarlo, porque soy de la opinión de que TODO EL MUNDO puede cambiar, aunque sea en lo más mínimo, y al menos, nosotros, los trabajadores y educadores sociales, podremos darle a la persona esa posibilidad de cambio, podremos enseñarles que en la vida hay algo más, la decisión de arriesgarse o no ya depende de cada uno, pero al menos sabrán que existe otr punto de vista.

Estoy convencida de que yo nací para hacer esto, de que es mi vocación, simplemente pensando en el día en que finalmente termine la carrera y salga a la calle, una sonrisa emocionada aparece en mi cara; como dice la canción, mi única motivación es hacer de este mundo un lugar mejor.

Podré conseguirlo o no, cambiaré lo mínimo o todo permanecerá igual, pero mis ganas y mi deseo de seguir avanzando se mantendrán por mucho tiempo.


Primera entrada de blog, presentación de mi vida y mis motivaciones, iremos avanzando!! Un beso a todos! Y ya sabes, a hacer del mundo un lugar mejor!! ;)