domingo, 10 de abril de 2011

EXPOSICIÓN DE CLASE

23/03/2011

INTERVENCIÓN SOCIOEDUCATIVA CON PERSONAS INVIDENTES.

Cuando me enteré de que las personas invidentes eran uno de los colectivos sobre los que se podía trabajar en la asignatura, y que íbamos a tener una exposición sobre este tema, me ilusionó mucho, no solo por ser un tema novedoso, (que para mí lo era), sino porque no tenía ni remota idea de qué pintaba un educador/trabajador social con las personas invidentes.

A medida que avanzaba la exposición fui descubriendo que un educador social no solo debe estar en las ZTS, o atendiendo a niños absentistas, mujeres maltratadas, etc., es decir, que hay algo más, fuera de “lo típico” a lo que también nos podemos dedicar, y ha sido esta idea la que me ha abierto la mente, y me ha hecho tener curiosidad por bichear e investigar que más campos de intervención me estoy perdiendo simplemente por desconocerlos.

Con este colectivo por ejemplo, un educador se centra en ayudar a la persona invidente en el desarrollo de las habilidades sociales, en la potenciación de su autonomía, en “cuidarlas” en muchos casos etc. y esta idea me sugirió una reflexión importante: sabemos que dentro de nuestras funciones profesionales está por encima de todo (o debería estarlo), la conciencia social y el deseo de ayudar a la gente a rehabilitarse y reinsertarse socialmente en la medida de nuestras posibilidades y de las suyas personales, pero quizás podamos correr un peligro aquí, y es el de creernos los “salvadores” de las personas.

Quizás aún sin quererlo, podríamos caer en el error de generar un vínculo tan fuerte entre usuario-técnico que creamos que esa persona no podrá salir adelante sin nosotros, o hagamos que esa persona se convierta en dependiente y en el momento en el que quiera ser autónomo y hacer las cosas por si solo fracase al no “tenerlos al lado”, por lo que vuelva a “necesitarnos”, y se genere un círculo vicioso entre ambos bastante problemático.

Me parece que esto es algo importante de resaltar, pues he visto en el caso de las personas invidentes un claro ejemplo (ante la falta de uno de los sentidos tan básicos como es la vista), de una posible dependencia del profesional para que sea sus ojos y le ayude en el día a día sin tomar de forma autónoma sus decisiones (por supuesto este ejemplo es extrapolable a un sin fin de casos diferentes; el riesgo aunque varíen sus condiciones, sigue estando en todos los casos).

Por eso creo que es importante concienciarnos y grabarnos a fuego una frase: “nosotros no salvamos a nadie, las personas se salvan solas”. Si tenemos esto presente, no intentaremos ser los ángeles guardianes de nadie, y sobre todo, no nos quemaremos con nuestro trabajo, pues si una persona no quiere salir de su situación, por muy bien que nosotros hagamos nuestra intervención, las cosas van a seguir siendo así; es la persona la que decide, nosotros solo le podemos mostrar la puerta, él/ella es el que tiene que decidir atravesarla y afrontar lo que venga detrás.

Al hablar de la forma de intervención con el colectivo de personas invidentes, me quito el sombrero ante una persona que dijo: “si se cae, te agachas y lo palpas”. Esta persona no era trabajadora social, no era educadora, ni psicóloga ni pedagoga, sino solo madre de un invidente, y es increíble como, cuando menos te lo esperas y cuanto más crees que sabes sobre TU trabajo, TU intervención y TU forma de hacer las cosas, llega alguien que solo piensa en el bien de otro, en su pleno desarrollo y su autonomía y te da la solución perfecta.

A mi personalmente, me ha hecho pensar y darme cuenta que el hecho de que yo vaya a ser la trabajadora y educadora social, no significa que tenga la verdad absoluta, y que no deberíamos caer nunca en el error de creernos la máxima autoridad al respecto, pues a lo mejor un científico se lo puede permitir, pero en el campo de lo social, la “verdad” depende del punto de vista con el que cada uno mire a su alrededor.

Después de este inciso, y como decía anteriormente, la autonomía es fundamental entre los invidentes, y es lo primero que se debe trabajar con ellos, la autonomía en todos los sentidos; no podemos hacerlos dependientes de nada ni de nadie, y sé que por ejemplo el método del perro lazarillo es una gran idea, pero antes de esa opción, deberíamos enseñarle a la persona que ella es perfectamente capaz de desenvolverse en su día a día, que no necesita de nada, que no es menos que nadie, y por supuesto, que es tan válida como el que más en todos los aspectos de su vida.

Por último, simplemente hacer una mención a la ONCE. Esta organización como decían mis compañeras, era casi la única que intervenía con las personas invidentes y como decía Jose, no podemos olvidar que no es sino una empresa; una empresa que ha sabido manejar bien sus recursos.

Obviamente cualquier persona con los recursos necesarios y con ganas de cambiar el mundo podría hacerlo, pero la realidad no es así. El dinero corrompe mucho a la gente, la hace avariciosa y ambiciosa, y en esas palabras no cabe la famosa idea de “conciencia social”; no caben los demás, los que menos tienen y más necesitan, y por eso en cierto modo, me alegro de que queden personas en el mundo que inviertan su dinero y lo gestionen de tal manera que puedan seguir ayudando a otros.

Por otro lado, también “me alegro” de que los profesionales no tengamos todo el dinero del mundo para intervenir, pues dudo mucho de la calidad de dichas intervenciones en tal caso; sin embargo, si tenemos poco, más nos esforzaremos en utilizarlo de tal modo que no se nos escape lo más mínimo, aunque eso no quita que tengamos que seguir peleando por defender los derechos de las personas, sobre todo, el derecho a vivir dignamente y ser felices.

1 comentario:

  1. Muy buena reflexión sobre el trabajo de los profesionales de lo social. La ONCE, efectivamente, es un conglommerado de organizaciones que funcionan y se gestionan realmente como un grupo empresarial. Pero no debemos olvidar que su objetivo es ayudar a las personas ciegas y sus familiares y que eso lo hacen muy bien. Esos son los dos planos a tener en cuenta, el objeto social de la entidad y un modelo de gestión que, tras algunas vicisitudes, parece que les está proporcionando los recursos necesarios para abordar sus objetivos con eficacia y eficiencia. Ojalá en todos los ámbitos de la intervención socioeducativa tuviésemos tan buenos ejemplos. Jose

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