lunes, 28 de marzo de 2011

EXPOSICIÓN DE CLASE. 9/03/2011

SESIÓN III. LA VIOLENCIA DE GÉNERO.

Esta tercera exposición me pareció muy interesante en cuanto a contenidos, pues mis compañeras expusieron aspectos de la violencia de género más allá del maltrato físico y lo que conlleva, aunque eché en falta una descripción más profunda de la labor del educador social en este ámbito.

Los factores que influyen en la violencia de género son muchos, no se puede achacar solo a un tipo de comportamiento del hombre maltratador (por norma general), sino que también hay que tener en cuenta los aspectos sociales, comunitarios y relacionales de la unidad familiar.

Muchas veces se ha dicho que cuando un niño se ha socializado en una familia donde los malos tratos estaban a la orden del día, el rol que en un futuro ese niño adoptará será también el de maltratador, aunque es posible que la actitud que adopte sea todo lo contrario, y rehúya el maltrato y todo lo que tiene que ver con ello, hasta el punto de poder convertirse en un futuro padre demasiado permisivo, cosa que tampoco sería la postura adecuada. Tanto por un lado como por otro, se hace necesario (bajo mi punto de vista) un seguimiento del caso por parte de los equipos de tratamiento de familias que eduquen a los padres en la correcta educación de los hijos.

Las situaciones de maltrato por las que todo el mundo se echa las manos a la cabeza son las que se refieren al maltrato físico, ese que duele en el cuerpo y “se ve”, pero yo creo que el maltrato emocional es igual o más peligroso que éste y sobre todo, mucho más frecuente (aunque no todo el mundo sabe reconocerlo).

Todos, (y me incluyo la primera), hemos sufrido alguna vez ese tipo de situaciones en la que nuestra pareja/amigos nos han echo sentir inferiores, nos han destrozado la autoestima y nos han repetido día a día cosas tan sutiles que no hemos sabido percibir, pero que han ido haciendo mella en la concepción inicialmente positiva que teníamos de nosotros mismos. Quizás es muy extremista denominar a eso maltrato, pero así empiezan estas situaciones, aunque no todas acaben igual.

No creo que exista un perfil único de mujer maltratada; quizás sean más vulnerables las mujeres con falta de autoestima, bajo control sobre su vida, aquellas que tengan miedo al divorcio o que estén asiladas socialmente (que son algunas de las características psicosociales del colectivo que mis compañeras dieron en la exposición), pero personalmente, creo que cualquier mujer que se enamore, se sienta muy implicada en la relación y dependa mucho de esa felicidad, puede ser susceptible de sufrir malos tratos.

Como decían mis compañeras, muchas veces la mujer se agarra a frases y pensamientos como: “él no quería hacerlo”, “en realidad me quiere”, “se ha arrepentido”, o “me ha prometido cambiar”, para justificar el porqué siguen con esa persona y no son capaces de ver más allá. En mi caso, (aunque no se puede considerar como un maltrato emocional en toda regla), no supe ver esos indicios y esas frases que me hacían perder la autoestima y sentirme inferior hasta que no salí de esa relación casi por obligación; en aquel momento me sentí estúpida por haber estado tanto tiempo sin ver la realidad, y si eso me paso a mí en un caso para nada comparable, cuanto más debe sentir una mujer que es maltratada y no es capaz de verlo.

En ese sentido, quizás por mi experiencia, tengo mucha empatía con estas mujeres y aunque por un lado no entienda porqué no salen de esa situación si para el resto está algo tan claro, por otro puedo llegar a comprender su forma de pensar y sus sentimientos al respecto, y es que es en este punto cuando la mujer, ya ha entrado en el “ciclo de la violencia de género”, donde vive períodos de “luna de miel” alternados con los períodos de agresión que cada vez se hacen más frecuentes, y que no son capaces de reconocer como maltrato.

El porqué sucede esto creo que ha quedado bastante claro antes (al menos bajo mi punto de vista), pero también es necesario entender desde una visión más amplia, que históricamente la sociedad se ha articulado en torno al hombre, y que la mujer siempre ha sido “sumisa” a su voluntad, sin poder opinar ni refutar las decisiones “del hombre de la casa que trabaja para mantener a su familia”.

Gracias a Dios este modelo de sociedad está cambiando y cada vez se deja más espacio a la mujer para que se desarrolle plenamente y pueda opinar de forma libre e igualitaria, pero la generación de nuestros padres todavía ha vivido en esa “antigua sociedad” y esos roles, aunque cada vez se están denunciando más, se siguen dando; como hemos dicho antes, quizás no desaparezcan del todo porque serán socializados a los hijos de esos matrimonios, pero desde luego (espero) se verán reducidos, perseguidos y criticados profundamente.

La labor del educador social en este ámbito, sería por un lado informar de qué es el maltrato, cómo se da. A qué conlleva, etc. pues muchas mujeres aún no saben ponerle nombre a lo que les pasa. En segundo lugar, atender aquellas que se han atrevido a denunciar pero lo más innovador bajo mi punto de vista, sería tratar también con esos “hombres maltratadores”, pues si conseguimos que la mujer salga de ahí, la estamos “salvando” a ella, pero quizás estemos condenando a las futuras parejas que ese hombre pueda tener y que vayan a sufrir el mismo destino. Una intervención con estos hombres apoyada por los psicólogos, sería fundamental para conseguir erradicar el problema en un futuro.

Sin embargo, la labor que esta haciendo la sociedad es quizás la mejor intervención que ya se está dando, pues “se le está dando publicidad”, la gente está denunciando, no se está quedando callada, y la conciencia colectiva hará que dentro de poco los maltratadores se sientan amenazados y sientan su autoridad en peligro, por lo que rechacen ese modo de comportamiento, o asuman lo que la sociedad les impone. En cualquier caso, la gente no se va a seguir quedando callada y esa denuncia social, es la mejor arma de la que actualmente disponemos.

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