viernes, 3 de junio de 2011

EXPOSICIÓN DE CLASE

Miércoles, 18 de mayo de 2011

INTERVENCIÓN EDUCATIVA CON PERSONAS QUE SUFREN ADICCIÓN A LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS

El término adicción, a menudo se ha relacionado con las adicciones a sustancias y con el daño físico que dichas sustancias ocasionan en el cuerpo humano, sin tener en cuenta el factor psicológico, que también está presente en ellas, pero a la vez puede ser motivo de otras adicciones, esta vez psicológicas, caracterizadas porque para su aparición, no es necesaria la existencia de una sustancia determinada, sino que más bien hace referencia a un comportamiento descontrolado en la conducta del individuo para la obtención de placer.

Este es el caso de la adicción a las nuevas tecnologías, que puede ser considerada como una enfermedad de tipo psicológico perfectamente. La línea entre el uso y el abuso de las nuevas tecnologías es muy fina, y aún más lo es entre el abuso y la dependencia y adicción, llegando esta última a caracterizarse por la pérdida del control en la persona de su propia conducta.

Objetivamente, cualquier persona con acceso a las nuevas tecnologías puede convertirse en adicto a ellas, aun así existen una serie de factores de riesgo, como son:

- Carencias psicológicas primarias (falta de relaciones y objetivos)

- Dificultades en las relaciones interpersonales

- Pobreza de habilidades sociales

- Timidez

- Soledad

- Carencia de autoestima

- Género y edad


Creo que como presentación de este colectivo de personas adictas a las nuevas tecnologías, no es necesario decir mucho más, pues es ampliamente conocido por todos, pero antes de pasar a las formas de intervención, una última anotación: la diferencia entre nativo digital e inmigrante digital, entendiendo al primero como una persona inmersa desde la infancia en las nuevas tecnologías, y a la segunda como una persona que durante su vida ha visto el avance tan rápido que han tenido las nuevas tecnologías, pero no se ha terminado de adaptar a ellas. La diferencia entre estas dos personas genera lo que se conoce como brecha digital.

Personalmente, creo que no se le da mucha importancia a este tema, pues los inmigrantes digitales, no ven el riesgo que las nuevas tecnologías pueden tener sobre la población más joven. La brecha digital no es “una cosa de risa”, aunque a veces nos haga gracia que nuestros abuelos nos pregunten como se llama por teléfono con un móvil; detrás de eso, existe un desconocimiento de la adicción que las nuevas tecnologías pueden generar en una población que no tiene muy definidas ni su personalidad ni sus expectativas en la vida, y que está menos experimentada y es menos madura que la población de “inmigrantes digitales”. Por eso muchas veces, los propios padres no le dan importancia a que sus hijos se pasen las horas jugando a la consola, o enganchados al ordenador y a las redes sociales.

Como forma de intervención creo que es muy importante que se empiece por la educación de adultos. La adicción a las nuevas tecnologías puede desembocar en una ludopatía severa por la necesidad de jugar para sentir placer, y si ese hecho no se controla desde la infancia, será muy difícil hacerlo cuando el niño ya sea un adolescente o joven. La educación de los padres en los riesgos que las nuevas tecnologías llevan consigo es un aspecto a trabajar muy importante, informándoles de qué significa el término, dándole claves para detectarlo y enseñándoles qué recursos, asociaciones o medios tienen a su disposición si la conducta del niño se descontrola.

Este campo de la adicción a las nuevas tecnologías es algo muy nuevo todavía y queda mucho por descubrir y experimentar. Nuestra generación tiene “la suerte” de haberse visto inmersa en esa nueva era informática no desde la infancia, sino desde la adolescencia aproximadamente, con lo cual hemos conocido otra cosa, sabemos qué es vivir sin tecnología pero también sabemos el daño que puede hacer el abuso de las mismas; estamos en un punto intermedio en el que no somos nativos digitales ni tampoco inmigrantes, y podemos hacer muchas cosas para prevenir e intervenir en este ámbito, siendo en enlace entre los padres y los hijos y la vía de comunicación (en este campo) entre unos y otros.

Además de esta educación a los padres, también propondría como forma de intervención la “educación en nuevas tecnologías” a los chavales en los colegios e institutos, enseñándoles a utilizar por ejemplo un ordenador, pero también advirtiendo de los peligros que entraña el hacerse miembro de una red social, enseñándoles a proteger su identidad o qué contenidos pueden mostrar y cuales no.

Así mismo, les propondría a los colegios el uso responsable de los ordenadores (también los regalados por la Junta de Andalucía) y las aulas de informática, y el fomento en la escuela de las actividades de ocio y tiempo libre, animando a los niños a realizar actividades o competiciones deportivas por la tarde que sirvieran de excusa para salir de su casa y de los juegos de ordenador o consola que tienen a su disposición, utilizando una forma de comunicación sana y fomentando las relaciones sociales personales entre ellos.

Para todas estas actuaciones, debería entrar en acción el trabajo y la educación social, intentando cubrir los vacíos que existen en este ámbito tan nuevo, preocuparse por los posibles casos de intervenciones terapéuticas (que deberían ser derivadas), y encargándose de la prevención y la reeducación (competencias de la educación social), y de la intervención y la reinserción (competencias del trabajo social), atendiendo especialmente a la población adolescente y menor de edad.



“No han de demonizarse las herramientas tecnológicas, pues si se hace un uso responsable y controlado, nos ofrecen múltiples ventajas facilitándonos la vida en general”.

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